en este momento la cúspide de la inflación se ha convertido en el tema más importante para los formuladores de políticas económicas aseguró el gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), Agustín Carstens.
Después de más de una década de luchar para llevar a la inflación a la meta, los bancos centrales enfrentan el problema opuesto y las fuerzas detrás de la alta inflación mundial pueden mantenerse persistentes durante un tiempo considerable, advirtió.
Al participar en la conferencia del Centro de estudios de banca internacional y monetaria, en Génova, Suiza enfatizó que “los bancos centrales han hecho más de lo que les corresponde en la última década” y en este momento, se tiene que impulsar al crecimiento económico para que los países endeudados puedan soportar tasas de interés nominares y reales mucho más altas.
El responsable de la institución que realiza operaciones de banca central a las autoridades monetarias del mundo explicó que las expectativas de inflación de los hogares y empresas han aumentado.
Y la guerra de Ucrania interrumpió aún más el suministro de productos básicos y los trabajadores están buscando vías para compensar la merma de su poder adquisitivo.
Admitió que viene una segunda preocupación: el cambio de precios relativos. Esta evidencia subraya que “los bancos centrales no pueden garantizar por sí solos el crecimiento mundial manteniendo una postura acomodaticia”.
De acuerdo con el banquero de los bancos centrales, existe evidencia de que los llamados efectos de segundo orden de la inflación están en marcha y son crecientes.
Carstens reconoce que parece que las expectativas de largo plazo siguen ancladas, pero el riesgo de corto plazo está presente a partir de los eventos bélicos y engendran un riesgo mayor para la inflación.
El responsable del BIS destacó que “la guerra en Ucrania” está alimentando las presiones inflacionarias a nivel mundial y enfatizó que debe motivar “un cambio de paradigma para la política monetaria”.
Este cambio requiere un reconocimiento más amplio en la formulación de políticas para impulsar la resiliencia a largo plazo y debe partir de la base de que “no debemos esperar que las presiones inflacionarias disminuyan pronto”.
Detalló que con el conflicto bélico en Europa persisten los cuellos de botella en el transporte marítimo mundial con impacto en comercio de semiconductores. Y al mismo tiempo han surgido nuevas fuerzas inflacionarias en precios de alimentoso y aceite de alto consumo mundial.
De acuerdo con el director de investigación económica en el think lab veracruzano SAVER, Luis Pérez Lezama, Carstens reconoce en la conferencia que ha llegado el momento para los bancos centrales, de tomar una posición hawkish/ halcón.
Lo que dice el gerente general del BIS es que la década pasada de inflación baja y políticas laxas dio lugar a la toma de deuda por parte de gobiernos y corporativos. Y hoy, presionada por las condiciones propias de la Guerra en Ucrania y su impacto en la inflación mundial, obliga a las autoridades a reescribir la política monetaria restrictiva, porque la tasa de interés no es suficiente.
Pérez Lezama, que fue el primer economista en México en reconocer la inflación pandémica como un foco de riesgo desde septiembre de 2020, consideró que Carstens está haciendo un llamado a los responsables de la política económica mundial para “compartir el bastón de mando”.
Sería normal y esperado que la política fiscal restrictiva sea quien acompañe a la monetaria. Esto implica recaudar más impuestos; fortalecer el gasto público y fortalecer la productividad que dará crecimiento y permitirá salir de esta situación mundial.