En la Sierra Norte del estado de Puebla se han popularizado las escuelas comunitarias, aquellas instituciones públicas que no sólo trabajan con los alumnos, sino con los integrantes de la población en la que se instala este espacio educativo. En ellas se abarcan las problemáticas de sus demarcaciones e integran a los líderes de la comunidad para que presenten problemas reales y los estudiantes puedan ayudar a resolverlos.
Una escuela comunitaria es una institución educativa diseñada para cumplir o tratar de cumplir con el ideal de la enseñanza: trascender más allá de las aulas y de sus estudiantes para conseguir metas concretas en beneficio de la comunidad.
Para Laura Angélica Bárcena Pozos, académica de tiempo completo en la Dirección de Investigación y Posgrado de la Universidad Iberoamericana, campus Puebla, este tipo de escuelas debería existir por todo el estado, principalmente en los municipios más grandes, porque propician un modelo de formación a partir de las raíces y necesidades específicas de una comunidad, una característica relevante que la educación formal, siempre generalizada, deja de lado.
Un ejemplo de este tipo de escuelas es la Telesecundaria Tetsijtsilin, ubicada en San Miguel Tzinacapan, municipio de Cuetzalan.
Además de dar las clases que todos los alumnos de secundaria deben de tener, los jóvenes reciben talleres de labores que realizan tradicionalmente en su comunidad.
Entre las actividades que ahí dentro se llevan a cabo están las clases de náhuatl, papel reciclado, telar de cintura, corte y confección, arte con bambú, recreación artesanal con tallado de madera, cera ornamental, bordado, carpintería y dibujo técnico.
Al tratarse de una escuela comunitaria, no sólo se trabajan con el alumnado, sino que también con los padres y con la población en general. A los padres de familia les imparten talleres de estilos de crianza y a los demás ciudadanos se les dan cursos sobre el cuidado de las milpas o apoyo en sus tareas diarias. Las actividades van cambiando de acuerdo con las necesidades y hasta el clima. El objetivo es que todos puedan hacer sinergia para conseguir objetivos comunes en beneficio de la mayoría.
Este beneficio se materializó recientemente, con el paso del Huracán Grace, pues la escuela se vio afectada y los estudiantes, ex alumnos, así como la misma población, acudieron a mover árboles y arreglar todos los desperfectos que dejó este fenómeno atmosférico. Todos sumaron para salvar su escuela.
Lo mismo ocurrió durante la pandemia, que obligó a los alumnos a confinarse. Debido a que un gran porcentaje no tenía Internet en casa, una maestra decidió dar las clases por radio para que no se atrasaran. Hubo colaboración de la docente y de la estación de radio comunitaria. La meta de esta escuela es la intervención pedagógica con un enfoque intercultural.
Otra escuela de este tipo se encuentra en el municipio de Huehuetla, ubicado en la misma zona que Cuetzalan. Se llama Centro de Estudios Superiores Indígenas Kgoyom (CESIK). Este lugar se fundó por la Organización Independiente Totonaca a raíz de un conflicto ocurrido en el bachillerato oficial del municipio.
Ante esta situación un grupo de pobladores decidió crear una escuela acorde con las necesidades del pueblo indígena, lo que significó seguir aprendiendo los conocimientos marcados oficialmente por la Secretaría de Educación Pública, pero sin perder la lengua materna. Tampoco las costumbres, las tradiciones, así como los usos y costumbres.
La demanda de los pobladores surgió principalmente porque en las escuelas oficiales a los niños y jóvenes totonacos les pedían hablar sólo idioma español, lo que, en su opinión, propició el desarraigo de la cultura.
Además de sus redes oficiales, el CESIK cuenta con la herramienta digital de Blogspot, en donde explican que la institución tiene un modelo educativo alternativo basado en “educación popular”, en donde se subraya que los niños totonacos no deben de avergonzarse de su identidad y pertenencia, sino que deben de apoyar al desarrollo de su comunidad para que todos crezcan.
En el CESIK no sólo hay clases de totonaco, sino también de náhuatl, inglés y español. Si hay un desperfecto en la escuela ellos mismos lo arreglan con apoyo de la comunidad y participan en las actividades sociales, políticas y religiosas del pueblo.
Por otra parte aunque todavía no es una escuela, la casa Talnamikilis es un ejemplo de este apoyo con la comunidad. Alberga a muchos jóvenes de Cuetzalan que tienen en común el aprendizaje. Es un espacio literario para el fomento de creaciones escritas en la Sierra Norte de Puebla. Llevan dos años trabajando para el impulso del valor cultural de la zona.
Los jóvenes de Talnamikilis han creado festivales, encuentros literarios. Han organizado eventos de rap en maya y buscado espacios públicos para hacer grafitis, pero con temáticas regionales o ancestrales. Todo esto, al igual que las dos escuelas antes mencionadas, se materializa a través de la comunidad.
Laura Angélica Bárcena Pozos, académica de tiempo completo en la Dirección de Investigación y Posgrado de la Ibero Puebla, informó que este tipo de escuelas tienen más auge en Estados Unidos. En México se venían desarrollando con el programa de estancias infantiles, sin embargo, el nuevo gobierno federal las desapareció.
En su opinión, su desarrollo en la Sierra Norte se debe a que la población está tratando de solventar lo que las autoridades o los mismos padres no pueden darles a los estudiantes y cree que se necesitan más de ellas en otras regiones del estado, como en la ciudad de Puebla y en otros municipios grandes.