Las últimas cuarenta y ocho horas han sido críticas para la calidad del aire en la ciudad de Puebla, pues desde el martes se han registrado altas concentraciones de contaminantes en la zona metropolitana. Esto en gran medida por los incendios forestales que no cesan en la entidad, la combustión de vehículos y las actividades industriales. A decir de María Eugenia Ibarrarán Viniegra, doctora en Desarrollo, Medio Ambiente y Territorio por la Universidad de Boston e integrante del Consejo Consultivo para el Desarrollo Sustentable del Gobierno de Puebla, vivir en estas condiciones no debería ser normalizado pues esto genera irremediables daños a la salud pública. Consideró urgente robustecer las leyes y sanciones para quienes contaminan en exceso.
De acuerdo con el monitoreo diario que realiza la Secretaría de Medio Ambiente Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial (Smadsot) en cinco puntos de la ciudad, hay dos contaminantes principales que se han estancado en el cielo poblano: los particulados menores a 2.5 micras (PM2.5) y menores a 10 micras (PM10).
Todo empezó desde las 4 de la mañana del martes, cuando la concentración de ambos elementos superaron incluso los estándares de medición de la misma dependencia en dos estaciones de monitoreo: la de la Universidad Tecnológica de Puebla (UTP) y la colocada en la colonia Agua Santa. Ese mismo día, las autoridades admitieron que las condiciones medioambientales eran desfavorables para la salud pública, por lo que recomendaron a la población mantener sus vehículos en óptimas condiciones y a la industria, sostener sus emisiones dentro de la norma.
Por su parte, Ibarrarán Viniegra, quien es también académica en la Universidad Iberoamericana Puebla, explicó en entrevista que aunque en el cielo navegan elementos peligrosos como el dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre y monóxido de carbono, las PM2.5 y PM10 son las más dañinas para los seres vivos.
Su acceso al cuerpo humano se facilita a raíz de su microscópico tamaño y con ello, tienen más posibilidades de penetrar órganos sensibles como los pulmones.
En el caso de las PM2.5, suelen conformarse por sustancias tóxicas como sulfatos, nitratos, ácidos e incluso, carbono negro. Cuando logran el contacto con el organismo, las mismas pueden desencadenar graves padecimientos como: asma, EPOC, cardiopatía isquémica, enfermedades cerebrovasculares, infecciones respiratorias agudas, conjuntivitis y otitis media aguda.