Angel Dominguez Ramirez Jr. nació en Tamaulipas y se volvió tan estadunidense que le quitó las tildes a su nombre y apellidos latinos, pero no sólo eso: desde su juventud se enlistó en el Cuerpo de Infantería de la Marina norteamericana y fue precisamente ese entrenamiento militar lo que lo hizo un candidato perfecto para formar parte de organizaciones de tráfico de droga mexicanas.
Otros ciudadanos estadunidenses optaron por perfeccionar diversos métodos de intimidación que tanto han desarrollado los cárteles mexicanos, y algunos, incluso, se volvieron narcosoldados implacables que nacieron y crecieron en la propia Unión Americana.
El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) creó un ejército para distribuir drogas en ese país, y a quienes recluta les enseña cómo resolver las pugnas al estilo mexicano: amenazas e intentos de asesinatos, venganzas, uniformes falsos de policías, rifles AR-15 escondidos en casas particulares, violentos cobradores de deudas… prácticas que se expanden hasta en pequeñas comunidades de este país.
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Una revisión de MILENIO en los partes policiales del Departamento de Justicia y de la Agencia Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés) y en documentos que refieren las acciones de diversas entidades judiciales, se revela que desde el año 2020 el CJNG fue uno de los blancos principales de los fiscales por su capacidad para provocar olas de violencia en estados que antes se caracterizaban por su relativa tranquilidad.
El esfuerzo por parte de los organismos federales fue vasto en los operativos en diversos estados de la Unión, a través de algo llamado Grupo de Acción contra la Droga y el Crimen Organizado (OCDETF por su siglas en inglés) con un enfoque cooperativo federal.
En él, en cuanto al Departamento de Justicia se identifican la multiinstitucional División de Operaciones Especiales, y los fiscales federales de la Sección de Estupefacientes y Drogas Peligrosas; además, la Oficina de Asuntos Internacionales y la Oficina de Aplicación de la Ley de la División Penal.
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Las autoridades revelaron en el año 2020 que gracias a un operativo llamado Project Python, desarrollado en unos cuantos meses, habían logrado la captura de 700 personas asociadas al CJNG y a otros grupos criminales.
A través de los reportes públicos se conoce que desde el 2020 la agencia ha reportado la detención y enjuiciamientos de al menos 46 integrantes que trabajaban en Estados Unidos y operaban con las mismas prácticas cruentas de este cártel en México.
El reclutamiento de marines o soldados estadounidenses para trabajar en las filas de los cárteles mexicanos no es un asunto aislado. En 2021 fueron detenidos Jonathan Zarazúa, de 28 años, Emmanuel Oppongagyare, de 22 años, y Ralph Gregory Saint-Jolie, de 19 años. Los tres fueron juzgados por participar en el tráfico de drogas e indocumentados.
De acuerdo con documentos judiciales, Zarazúa confesó que “fue reclutado específicamente porque podía usar su estatus militar para facilitar el cruce de la frontera con narcóticos”.
Poco antes, en 2019, un testigo relató a Telemundo que en los campos de entrenamiento del CJNG hay “navys” y “fuerzas Delta de Estados Unidos”, los cuales son adiestrados para traficar drogas e intimidar a otros cárteles.
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Brazo operativo
Según la Fiscalía estadunidense Angel Dominguez, el ex marino desertor, logró establecer su propia organización delictiva llamada El Seguimiento 39, El Seg 39 o Grupo Satélite Elite 39, que si bien trabajó también para otros cárteles mexicanos –el de Sinaloa, por ejemplo– terminó siendo un brazo operativo para el lavado de dinero en favor del CJNG en Estados Unidos.
A grandes rasgos, lo que hizo el tamaulipeco con nacionalidad estadunidense fue que logró transportar droga desde América del Sur hasta ciudades como San Diego, en California. No solo se encargaba de introducir los cargamentos sino que coordinó para el cártel toda una red de transporte, de coordinadores, lavadores de dinero, mensajeros y corredores de suministro de estupefacientes.
Los documentos señalan que Dominguez fue marino de los Estados Unidos y hasta 1994 vivió una vida aparentemente ejemplar. Sólo que justo en ese año su vida dio un vuelco, dado que sus dos hijas murieron en un accidente automovilístico. “Empezó a dedicarse a la vida del narcotráfico en 1998”, relata un informe.
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Y aunque las autoridades documentan que Angel Dominguez prefería evitar el plomo, también dejó escuela criminal para jóvenes tanto de origen mexicano como a otros nacidos en Estados Unidos. Al menos otras 41 personas están relacionadas con su organización delictiva y comparten algunos cargos en su contra.
El narcoejército se dispersa
Los casos de operación criminal no se limitan a una sola demarcación, al contrario, se registran en muy diversas zonas y condados de Estados Unidos.
Por ejemplo, en noviembre del 2022 la DEA reveló que Armando Fierro-Ponce, de 28 años, junto con otro cómplice traficó metanfetamina, heroína y pastillas de fentanilo en los condados King, Snohomish, Lewis y Pierce, en Seattle, Washington.
Una serie de escuchas telefónicas reveló que realmente su principal papel era trabajar como cobrador de deudas del CJNG en la zona, actividad que realizaba con base en amenazas violentas a los deudores del cártel.
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Para resolver este y otros casos hubo labor conjunta de varios órganos gubernamentales. Entre ellos, el Buró Federal de Investigaciones (FBI), los departamentos de Policía de Kent y de SeaTac, la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (conocida como ATF) y el Servicio de Investigación Criminal de Hacienda (IRS-CI, sus siglas en inglés).
Ese mismo 2022 el Fiscal Federal de Seattle, Nick Brown, acusaba que “junto con las drogas, vemos que fue traída a nuestro distrito la violencia de los cárteles del narcotráfico en México”, refiriéndose a las acciones que venía realizando otro residente estadunidense llamado Adrian Izazaga-Martinez, de 28 años, nacido en Kent, Washington.
A través de escuchas telefónicas a 100 aparatos, encontraron que este hombre y otros integrantes del CJNG planeaban desatar la violencia al estilo mexicano: con agresiones, secuestros e intimidación con armas de fuego, en un área que tradicionalmente era más o menos calmada.
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Los casos de prácticas similares a las del narco en territorio mexicano también se extendieron hasta Texas. Ahí un ciudadano estadunidense llamado Marco Antonio Gonzalez, tras ser detenido por la DEA amenazó con asesinar a uno de sus cómplices si testificaba en su contra, en un juicio en que lo relacionaban como empleado del CJNG en el estado de la Estrella Solitaria.
Más al norte, en la ciudad de Boston, Massachusetts, Josue Rivera Rodriguez, nacido en Holyoke, condado del mismo estado, se disfrazaba de policía y resguardaba fentanilo en una casa para el CJNG. Se protegía con AR-15, que suele utilizar el narcotráfico en México. Josue operaba en condados pequeños como Watertown, Revere, Holyoke y Springfield.