Es el primer día de tus vacaciones: maleta en mano, cámara en alto, la eSIM para Europa ya activada para no perderte nada… y lo primero que ves es una pancarta que dice: Tourist, go home. Parece una escena sacada de una serie distópica, pero no: es lo que se han encontrado muchos viajeros en ciudades como Barcelona, Palma de Mallorca o San Sebastián.
El turismo masivo ha dejado de ser una bendición económica para convertirse, a ojos de muchos locales, en un problema urgente. Es que en los últimos meses España se ha consolidado como el epicentro de un creciente movimiento de protesta. No es una cruzada contra turistas individuales, sino contra las consecuencias de un modelo económico que ha desbordado ciudades, disparado los precios de la vivienda y convertido barrios enteros en escenarios de postal para Instagram. Si tenías en mente escaparte a España este verano, quizá vale la pena preguntarse primero: ¿es este el mejor momento para hacerlo?
“No es contra ti, es contra lo que representas”
Aclarémoslo desde el principio: España no ha prohibido el turismo. No existe ninguna ley que impida la entrada de viajeros y los aeropuertos siguen operando con normalidad. Sin embargo, el ambiente ha cambiado. Lo que antes era entusiasmo, ahora es resistencia. La rabia no va dirigida al mochilero que se toma una caña en una terraza, sino al modelo turístico que ha convertido a ciudades enteras en parques temáticos vivientes.
En ciudades como Barcelona, Alicante o Benidorm, las manifestaciones contra el turismo masivo han tomado un giro cada vez más visible y simbólico. Entre las acciones más llamativas destacan las protestas con pistolas de agua dirigidas a turistas en restaurantes y zonas céntricas; o pegatinas y carteles en las calles con mensajes como Tourist go home o Un turista más, un residente menos. Algunos de los objetivos de estas manifestaciones son:
Denunciar la escasez de viviendas
Señalar el alza en los precios del alquiler
Reclamar el desplazamiento de los habitantes locales
Cuando vivir en tu ciudad se vuelve un lujo
El turismo masivo no solo llena terrazas y miradores: también vacía bolsillos, desplaza a residentes y encarece la vida cotidiana. En ciudades como Barcelona, los precios del alquiler han subido más de un 60% en los últimos diez años, pero los sueldos apenas se mueven.
La ecuación es simple (y triste): si antes costaba encontrar piso, ahora cuesta incluso compartir una habitación. Carlos Ramírez, un maestro de escuela en Barcelona entrevistado por CNN, lo resume así: “La única forma de vivir en Barcelona es compartiendo habitación con dos, tres o cuatro personas”. Y no es el único. Lo que antes era una opción transitoria, hoy se ha convertido en la única alternativa para miles de jóvenes que no pueden permitirse independizarse.
A esto se suma la transformación del paisaje urbano: los mercados de barrio se convierten en tiendas de souvenirs, las panaderías de toda la vida en cadenas de café, y los espacios públicos en escenarios pensados para la postal y no para el paseo. Así, la identidad de las ciudades se diluye, y con ella, la calidad de vida de quienes las habitan.
¿Es peligroso viajar?
En términos de seguridad, no. No hay reportes de violencia directa contra turistas. Las manifestaciones son, en su mayoría, pacíficas y organizadas. Pero si viajas, podrías encontrarte con protestas, calles cortadas o negocios que cierran a propósito en señal de resistencia. También podrías percibir un ambiente más tenso de lo habitual en zonas muy turísticas.
Por lo tanto, más que peligro, lo que podrías experimentar es una disonancia: el contraste entre la España de postal y la realidad de sus habitantes, cansados de no poder habitar en sus propias ciudades.
Entonces, ¿deberías ir?
Sí. El overturism es un problema que está sobre la mesa. Los sindicatos de inquilinos y otras organizaciones están cuestionando la forma en la que se gestionan los apartamentos turísticos, las llegadas de cruceros o las conexiones entre los aeropuertos y el centro de las ciudades. Sin embargo, esto no significa que España no sea un país bello que se debería visitar al menos una vez en la vida.
De hecho, muchas regiones están impulsando modelos de turismo sostenible y descentralizado. Incentivan a los viajeros a explorar regiones menos transitadas, como Aragón, Extremadura o Galicia. Esas zonas no solo reciben con más gusto a los visitantes, sino que también ofrecen paisajes, gastronomía y experiencias tan ricas como las de los destinos más populares.
Cómo ser un mejor visitante
Viajar en medio del auge del antiturismo no significa cancelar tus planes, sino reconsiderar la forma en que te relacionas con el destino. Algunas prácticas simples pueden marcar la diferencia:
Evita los horarios y puntos más congestionados.
Elige alojamientos gestionados por residentes y no por grandes plataformas.
Come en restaurantes de barrio y compra en negocios locales.
Aprende algunas frases básicas del idioma y respeta las costumbres.
Infórmate sobre la realidad social del lugar que visitas.
El futuro del turismo (y tu lugar en él)
La oleada antiturismo en España no es una moda pasajera. Es el reflejo de una tensión creciente entre economía y calidad de vida, entre hospitalidad y hartazgo. Como viajero, tienes más poder del que crees: puedes elegir cómo y dónde gastar tu dinero, qué tipo de experiencia buscas y cómo te relacionas con el entorno.
Si decides viajar, hazlo con empatía y conciencia. Porque aunque quizá no puedas cambiar el sistema, sí puedes marcar la diferencia entre ser un turista más o un visitante bienvenido.