Con el tradicional desfile militar en la Plaza Roja, Rusia conmemoró este viernes el 80 aniversario del Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria, como denominan los rusos a la Segunda Guerra Mundial, con presencia en la tribuna de invitados especiales de 27 jefes de Estado que aceptaron acompañar en esta celebración al titular del Kremlin, Vladimir Putin.
El presidente ruso ejerció estos días de anfitrión de sus colegas, Xi Jinping, de China; Miguel Díaz-Canel, de Cuba; Nicolás Maduro, de Venezuela; y Luis Inácio Lula da Silva, de Brasil. También vinieron los gobernantes de siete repúblicas ex soviéticas y de Egipto, Mongolia, Laos y Vietnam, entre otros países.
De la Unión Europea asistió sólo el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, y también llegó el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, ambos tuvieron que elegir una ruta más larga y rodear los países del Báltico que cerraron su espacio aéreo para sus aviones.
Putin, acorde con la costumbre arraigada en este tipo de actos solemnes, dirigió un breve discurso desde la tribuna de honor, instalada delante del Mausoleo de Lenin que como es habitual quedó oculto tras un gran panel alusivo al 80 aniversario.
“Como herederos de los vencedores celebramos esta fiesta del 9 de mayo como propia, como la más importante para el país, para todo el pueblo, para cada familia y para cada uno de nosotros”, afirmó el mandatario.
Dijo también que Rusia recuerda las lecciones de la Segunda Guerra Mundial y nunca aceptará que “se tergiversen los hechos, se intente justificar a verdugos o se calumnie a los verdaderos vencedores”.
Subrayó: “Es un honor defender el honor de los soldados y oficiales del Ejército Rojo, la proeza de representantes de distintas nacionalidades que quedarán para siempre en la historia universal como soldados rusos”.
Ofreció que “Rusia fue y será una barrera infranqueable” para el nazismo, la rusofobia y el antisemitismo y “luchará contra las atrocidades que cometen los seguidores de estas ideas agresivas y destructivas”.
Putin está convencido de que “todo el país, la sociedad, el pueblo apoyan la operación militar especial (en Ucrania). Nos sentimos orgullosos de la valentía y tenacidad de quienes participan en ella, de esa fuerza de espíritu que nos ha otorgado siempre y únicamente la victoria”.
Reconoció el papel de los aliados al decir: “Siempre recordaremos que la apertura de un segundo frente en Europa, después de las decisivas batallas que se libraron en el territorio de la Unión Soviética, acercó la victoria. Valoramos altamente la contribución de los ejércitos aliados a nuestro triunfo común”.
Desfile militar
A las diez en punto, hora de Moscú, comenzó el desfile, que esta vez no hizo gala de novedoso armamento como en otras ocasiones, centrándose en la marcha de cerca de diez mil soldados de distintas ramas del ejército y de la armada de Rusia.
En esta ocasión, también desfilaron contingentes de treces países: Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, por parte de las repúblicas del espacio postsoviético, y, por el lado de Estados llamados amigos por la televisión pública rusa, China, Egipto, Myanmar, Mongolia y Vietnam.
Hace tan sólo 15 años, al conmemorarse el 65 aniversario del Día de la Victoria, desfilaron por la Plaza Roja militares de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Polonia. No han vuelto contingentes de países aliados desde la anexión de Crimea en 2014.
Se exhibió una parte del armamento que usa Rusia, precedido de un capítulo histórico encabezado por el legendario tanque T-34 que llegó hasta Berlín en 1945. En cuanto a las armas modernas, salvo los misiles balísticos intercontinentales Yars, todas empleadas en la “operación militar especial” en Ucrania, pudo verse tanques T-90M, obuses y cañones de diferente calibre, sistemas de defensa antiaérea S-400 Triumf y los misiles balísticos Iskander-M, capaces de portar ojivas nucleares, entre otras piezas de la maquinaria bélica rusa.
Por primera vez, expuestos sobre camiones Kamaz, se mostraron diferentes drones que se utilizan para atacar con cargas explosivas y obtener datos de inteligencia, entre ellos artefactos aéreos no tripulados Gueran-2, que se consideran copia de los Shahed que se dice suministró Irán tiempo atrás, Orlan, Garpiyia y Lancet.
Cerraron el desfile una muestra de cazabombarderos SU-30 y Mig-29, así como bombarderos estratégicos TU-95MS y TU-160, entre otros aviones que sobrevolaron la Plaza Roja.
Desde la tribuna observaron el desfile generales y altos oficiales de Corea del Norte, cuyos soldados participaron en los combates en la región rusa de Kursk, a quienes se acercó el mandatario ruso para expresarles personalmente su agradecimiento por la ayuda brindada.
Tras depositar flores ante la tumba del soldado desconocido, delante del fuego eterno, junto a la muralla del Kremlin, con los jefes de Estado presentes, Putin por la tarde se reunió por separado con Luis Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, y otros invitados.
Encuentro con Lula
Putin, de acuerdo con el comunicado de la oficina de prensa del Kremlin, “recordó con afecto” las conversaciones que mantuvo antes con el presidente brasileño, Lula da Silva, cuya anterior visita a Rusia tuvo lugar hace quince años.
“Tanto en Rusia como en Brasil –señaló el mandatario ruso– siempre se desarrollaron en un ambiente amistoso y de negocios. En gran medida gracias a los contactos personales de los años anteriores, trabajamos mucho para fortalecer las relaciones entre nuestros países”.
Por su parte, el jefe de Estado brasileño subrayó que su visita busca “reforzar nuestra asociación estratégica. Brasil quiere hacer más sólidos los lazos políticos, aumentar los intercambios culturales y comerciales. Asimismo nos interesan sus tecnologías, ciencia. Tenemos mucho de qué hablar en materia de cooperación militar y espacial, y también de energía. De su lado, también hay mucho interés en Brasil”.
Y concluyó: “Somos dos naciones enormes, nos encontramos en extremos opuestos del globo y (…) tenemos un gran potencial de crecimiento. Por eso, estamos aquí”.