La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París marca un preocupante regreso al “oscurantismo”, afirmó Francisco Estrada Porrúa,investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, quien habló sobre la reciente orden ejecutiva del presidente Donald Trump de abandonar la lucha contra el cambio climático. Más allá del impacto ambiental, el académico alertó sobre una tendencia global a cuestionar hechos científicos ampliamente demostrados, no sólo sobre el tema ambiental, sino también en áreas como la vacunación.
“Es inquietante escuchar a legisladores estadunidenses dudar de la eficacia de vacunas como la del polio, o a líderes políticos negar el cambio climático con argumentos simplistas, como que si nieva no puede haber calentamiento global”, comentó Estrada, doctor en Economía por la Universidad Libre de Ámsterdam.
Según el investigador, la administración de Trump no sólo se apoya en esta desconfianza hacia la ciencia, sino que responde a intereses económicos de corto plazo. Su política busca favorecer a ciertos sectores industriales, como los combustibles fósiles, eliminando regulaciones ambientales con la promesa de reactivar la economía. Sin embargo, advirtió que esta visión es limitada, ya que las ganancias inmediatas en algunos sectores no compensarán las pérdidas en salud, agricultura e infraestructura debido al cambio climático.
“Un claro ejemplo de esta visión cortoplacista es la eliminación de regulaciones de eficiencia energética, permitiendo nuevamente la venta de focos incandescentes, retirados previamente por su ineficiencia. Esto muestra que hay una resistencia ideológica que va más allá de la lógica económica o ambiental”, señaló Estrada.
El impacto global
El Acuerdo de París, adoptado en 2015 durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), busca limitar el calentamiento global por debajo de 2 °C, con el ideal de no superar los 1.5 °C. Cada país establece sus metas de reducción de emisiones y las actualiza cada cinco años con mayor ambición. Además, los países desarrollados se comprometieron a movilizar al menos 100 mil millones de dólares anuales para apoyar a las naciones en desarrollo en su adaptación al cambio climático.
Francisco Estrada, quien también es coordinador del Programa de Investigación del Cambio Climático (PINCC) de la UNAM, explicó que la salida de Estados Unidos representa dos problemas principales. Primero, las negociaciones climáticas globales siguen sin rendir los frutos esperados. Aunque se han logrado avances en algunas COP, la temperatura sigue en ascenso y superar los 2 °C parece cada vez más probable. Segundo, la influencia de EUA sobre otras naciones puede generar un efecto dominó. Si esta nación deja de liderar la transición energética, otros podrían seguir su ejemplo, complicando aún más la situación global”, enfatizó.
“Ya vimos el caso de Argentina, donde el presidente Javier Milei ha insinuado su salida del Acuerdo de París. Aunque Argentina no es un gran emisor global, estas decisiones contribuyen al problema y pueden influir en otros países con una visión política similar”, apuntó Estrada.
Además, destacó que la decisión de Trump podría generar conflictos internacionales. “Europa ha invertido enormes cantidades de dinero en reducir emisiones, pero si EUA deja de hacerlo, cada euro invertido en mitigación rinde menos, desmotivando nuevas inversiones. Incluso podrían surgir disputas legales, pues hay mucho dinero en juego en la transición energética”, advirtió.
El académico explicó que un estudio del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) en 2018 estimó que Estados Unidos podría perder entre el 3 % y el 19 % de su PIB actual por salirse del Acuerdo, mientras que para México la pérdida podría ser del 5 % al 28 %. Esto también abre la puerta a futuras demandas, ya que las emisiones de un país afectan el clima de otros, dañando cosechas, economías y la salud de millones de personas.
La influencia de EUA sobre otras naciones puede generar un efecto dominó. Si deja de liderar la transición energética, otros podrían seguir su ejemplo, complicando aún más la situación global”
Consecuencias internas
El investigador sostuvo que, a pesar de la salida del Acuerdo, algunos estados como California han mantenido políticas climáticas ambiciosas. Sin embargo, a nivel nacional, la eliminación de regulaciones ambientales y el impulso a los combustibles fósiles podrían ralentizar el desarrollo de nuevas tecnologías.
El futuro
Estrada Porrúa recordó que, en 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) proyectó que alcanzaríamos el umbral de 1.5 °C de calentamiento en 2040. Sin embargo, nuevas estimaciones sugieren que lo superaremos entre 2027 y 2033, con mayor probabilidad en 2030. Esto indica que el calentamiento global se ha acelerado en la última década.
Al cuestionarlo con respecto si existe la esperanza de que en cuatro años con la salida de Trump de la presidencia se pueda revertir esta situación y dar marcha atrás, el investigador de la UNAM fue contundente:
“No, con el cambio climático no hay una marcha atrás sencilla. Es un problema en el que el tiempo juega un papel fundamental. Por ejemplo, cuando comenzaron las negociaciones internacionales en los años 90, habría sido relativamente fácil, con voluntad política, mantenernos por debajo de los 2 °C de calentamiento”.
El coordinador del PINCC destacó que, si en aquel entonces se hubieran reducido las emisiones globales en un 2 % anual, habríamos logrado el objetivo. Pero, ¿qué sucede? Con el tiempo, las emisiones se acumulan y, como el sistema climático tiene memoria, las acciones del pasado seguirán influyendo durante mucho tiempo. “Es como conducir un automóvil a gran velocidad: si se frena de golpe, el coche no se detiene de inmediato, sino que sigue avanzando por inercia. Eso es exactamente lo que ocurre con el sistema climático”.
Más allá de reducir emisiones, es crucial priorizar la protección de ecosistemas y comunidades, adoptando una visión centrada en la resiliencia y no sólo en las cifras de CO2”.
Situación crítica
Estrada advirtió que México enfrenta una situación crítica. En 2024, la temperatura promedio del país mostró una anomalía de 2.14 °C respecto al periodo preindustrial, y la tendencia indica que México se ha calentado 1.79 °C, medio grado más que el promedio global. “El norte y el centro del país se están volviendo más secos, mientras que el sur recibe más lluvias, pero de forma más irregular. Esto afecta la disponibilidad de agua y aumenta el riesgo de desastres”, explicó.
Estudios estiman que, si consideramos todos los impactos del cambio climático en México hasta finales de siglo, la pérdida económica acumulada podría equivaler al 85 % o incluso cinco veces el PIB actual del país.
¿Qué debemos hacer?
Francisco Estrada subrayó tres acciones clave:
1.- Fortalecer la mitigación: México debe reducir sus emisiones de CO2, pues en los últimos años han aumentado en lugar de disminuir. Además, debe jugar un papel activo en las negociaciones climáticas internacionales.
2.- Invertir en adaptación: Es fundamental identificar los riesgos del país mediante la investigación, ya que no podemos adaptarnos a lo que no conocemos.
3.- Reenfocar la estrategia climática: Más allá de reducir emisiones, es crucial priorizar la protección de ecosistemas y comunidades, adoptando una visión centrada en la resiliencia y no sólo en las cifras de CO2.
“El cambio climático ya no es un problema del futuro, sino del presente. Cada año perdido hace más difícil enfrentar sus efectos. Es momento de actuar con decisión”, concluyó el académico.
Reflexión final
La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París no sólo representa un retroceso en la lucha contra el cambio climático, sino que también refuerza una peligrosa tendencia de desconfianza hacia la ciencia y el conocimiento. Esta decisión responde a intereses económicos de corto plazo y puede generar un efecto dominó en otros países, debilitando los esfuerzos globales para mitigar el calentamiento del planeta. Además, el impacto económico de esta retirada podría ser significativo tanto para EUA como para México, mientras que la aceleración del cambio climático hace cada vez más urgente la adopción de medidas de mitigación y adaptación.