Este mes de septiembre, millones de personas en todo el país participarán en un ejercicio de prevención que busca algo más que medir tiempos de evacuación: se pondrá a prueba, por primera vez, el sistema de alertamiento sísmico vía celular, una tecnología que podría convertirse en una herramienta clave ante futuras emergencias.
El Segundo Simulacro Nacional 2025 está programado para el viernes 19 de septiembre a las 12:00 horas, en una fecha que no pasa desapercibida para nadie: se cumplen 40 años del sismo de 1985, una tragedia que cambió la forma en que México se prepara ante los desastres naturales.
En este simulacro, las autoridades federales simularán un sismo de magnitud 8.1 con epicentro en las costas de Lázaro Cárdenas, Michoacán, el cual, en un escenario real, afectaría gravemente a entidades como Guerrero, Colima, Jalisco, Ciudad de México, Oaxaca, Morelos, Estado de México, Puebla, Veracruz, Guanajuato y Tlaxcala, entre otras.
Lo más destacado de este ejercicio es el uso del Sistema Nacional de Alertas vía telefonía móvil, que enviará un mensaje directo a más de 80 millones de celulares en todo el país. El aviso estará acompañado de una vibración especial y un sonido distintivo para alertar a los usuarios. Para recibirlo, es necesario tener activada la opción de “alertas inalámbricas” en el dispositivo, una función que está disponible en la mayoría de los teléfonos inteligentes actuales.
Este tipo de alertamiento, conocido como Cell Broadcast, no depende del saldo o conexión a internet, y tiene la ventaja de que no satura las redes, permitiendo que todos los usuarios en zonas de riesgo reciban el mensaje en tiempo real.
Además del aviso por celular, también sonará la Alerta Sísmica en los altavoces públicos de varias ciudades, incluyendo los más de 14 mil instalados en la CDMX, así como en entidades como Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Morelos y Jalisco. En otros estados se realizarán simulacros con escenarios distintos, como incendios, huracanes o deslaves, según el riesgo regional.
El simulacro busca reforzar la cultura de la prevención, ensayar rutas de evacuación y, ahora, también probar nuevas tecnologías que pueden hacer la diferencia en una emergencia real.