Desde el año 2000 hasta septiembre pasado, según datos de Protección Civil estatal, se originaron 13 socavones en todo Puebla, de los cuales solamente 11 se formaron este 2024, es decir, 85 por ciento de todos los eventos registrados en poco más de dos décadas. De acuerdo con especialistas, la creciente incidencia de este fenómeno se relaciona al cambio climático y la sobreexplotación de los mantos acuíferos, y advirtieron que su ocurrencia será aún mayor.
Jerónimo Chavarría Hernández, maestro en Ciencias en Edafología por el Colegio de Postgraduados (Colpos) y catedrático del Instituto de Investigación y Medio Ambiente Xabier Gorostiaga S.J. de la Universidad Iberoamericana Puebla, afirmó que la erosión del subsuelo y la intensificación de los fenómenos climatológicos, como lluvias, granizadas y hasta sequías, situaciones agravadas por el calentamiento global, agudizan el debilitamiento de la tierra.
Por su parte, Francisco Javier Sánchez Ruiz, catedrático del Decanato de Ciencias Biológicas en la Facultad de Ingeniería Ambiental de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), adelantó que este tipo de hundimientos se agudizará a corto, mediano y largo plazo en la entidad poblana, tanto en entornos urbanos como rurales y forestales.
De acuerdo a información proporcionada por la Coordinación Estatal de Protección Civil, entre 2000 y 2024 se reportó la aparición de 12 hundimientos, mejor conocidos como socavones, en todo Puebla, siendo los municipios de Libres y San Andrés Cholula los de mayor incidencia.
En qué lugares de Puebla han surgido socavones
Los 13 socavones originados en Puebla durante los últimos 24 años, oficialmente documentados por el gobierno estatal hasta septiembre pasado, esto de acuerdo a una solicitud de información hecha por este medio, no provocaron lesiones o fallecimientos, pero modificaron la infraestructura pública municipal y ocasionaron daños al patrimonio de la gente.
Juan C. Bonilla
El primero de ellos, que resulta ser el hundimiento más grande registrado oficialmente desde 2000, surgió el 29 de mayo de 2021 en la comunidad de Santa María Zacatepec, municipio de Juan Crisóstomo Bonilla.
Dicho socavón sorprendió a los ciudadanos al tener una medida inicial de aproximadamente 70 metros de longitud. Actualmente, de acuerdo a la Secretaría de Gobernación (Segob) de Puebla, mide 122 metros de largo y 114 metros de ancho. Las principales afectaciones fueron la destrucción de una vivienda, cuyos habitantes fueron desalojados, además de varios campos de cultivo situados en la zona.
Santa María Moyotzingo
Posteriormente, el 26 de octubre de 2023 se reportó el surgimiento de un socavón de aproximadamente dos metros de longitud y seis metros de profundidad en la junta auxiliar de Santa María Moyotzingo, municipio de San Martín Texmelucan. Según reportes oficiales, no hubo población en riesgo y solamente se acordonó la zona para evitar el cruce de vehículos.
Atlixco y Huaquechula
Ya en 2024, la Coordinación Estatal de Protección Civil dio a conocer que el pasado 6 de agosto se originó un hundimiento en las comunidades de La Trinidad Tepango y La Soledad Morelos, donde la vía que comunica a los municipios de Atlixco y Huaquechula se desgajó.
Se desconoce si la responsabilidad de la reparación de esta vía recae en los gobiernos municipales de Atlixco o Huaquechula.
Junio se convirtió en el mes con más reportes de este tipo de derrumbes en Puebla este año.
El primer suceso tuvo lugar el 4 de junio en la cabecera municipal de Libres, y, según autoridades locales, se presentó a consecuencia de la destrucción del drenaje local. Días después –el 22 de junio–, se atendió un incidente similar, pero en el Barrio de Guadalupe.
Zacapoaxtla
La Sierra Norte de Puebla no estuvo exenta del surgimiento de estos derrumbes. De acuerdo con la dependencia, el pasado 21 de junio se reportaron dos hundimientos en la cuarta sección de la colonia La Libertad, en Zacapoaxtla. El primero de ellos midió dos metros de largo, mientras que el segundo seis metros. Ambos presentaron 1.50 metros de profundidad.
En ese mismo mes ocurrió también el día con más socavones del año, y de las últimas dos décadas, el 27 de junio. Durante esta fecha se localizaron tres hundimientos en todo el estado.
Nopalucan y Zaragoza
Uno de ellos se presentó en la junta auxiliar de Eréndira, en Nopalucan. Dicho hundimiento se formó debajo de una vialidad, dejando al concreto como un puente sin soporte. Luego en la comunidad de Acuaco, municipio de Zaragoza, se identificó un socavón de aproximadamente cinco metros de longitud, el cual provocó daños al puente que conecta con la localidad de Morelos. Después, en Libres se produjo un hundimiento frente a Plaza El Paraíso.
Posteriormente, en julio pasado, hubo otros tres socavones. Dos de ellos sucedieron en San Andrés Cholula, en diversos puntos de la calle Atzala, y se ocasionaron debido al colapso del drenaje municipal. Esto derivó en afectaciones al paso de transeúntes y automóviles.
Palmar de Bravo
Un tercer hundimiento se formó ese mes en la localidad de Candelaria Contreras, en el municipio de Palmar de Bravo. Dicho fenómeno se originó después de que las intensas precipitaciones ocasionaron el desgajamiento de la tierra en un campo de cultivo.
Cambio climático está tras el fenómeno
De acuerdo con Chavarría Hernández, son varios los factores que influyen en la aparición constante de socavones, sin embargo, detalló que el cambio climático y la sobreexplotación de los acuíferos son los principales.
El especialista señaló que la agudización de los eventos climatológicos, como la intensificación de las tormentas y precipitaciones, así como la ocurrencia de temperaturas extremas, tanto heladas como calurosas, tiene efectos negativos en la estabilidad del suelo. Enfatizó que las propias lluvias ocasionan que se modifiquen las condiciones del suelo, lo que da paso a la generación de deslizamientos y otros fenómenos.
Aunado a ello, señaló que, si bien sus efectos son menores, la contaminación del suelo también tiene relación con el deterioro del suelo, pues se debilita la estabilidad de la tierra.
Chavarría Hernández aseguró que la mayoría de las veces las problemáticas ambientales suelen verse de forma aislada, es decir, se cree que, por ejemplo, la contaminación del agua sólo afecta a ríos y mares, o que la polución atmosférica sólo altera al aire, cuando en realidad el fenómeno climático tiene varias consecuencias.
Según el investigador de la Ibero Puebla, a nivel estatal y nacional se conoce muy poco sobre los socavones, pues no se ha investigado lo suficiente sobre el entorno subterráneo. Derivado de esta falta de análisis existe una ausencia de monitoreo sobre estos fenómenos, lo que implica falta de conocimiento sobre zonas de riesgo e implicaciones para la protección civil.
Aseguró que, tal como ocurre con la contaminación atmosférica e hídrica, se requiere un monitoreo permanente sobre las condiciones del suelo a nivel nacional. Afirmó que los acuíferos con mayor estrés, como el del Valle de Tecamachalco, requieren especial atención, pues son estos los que presentan mayor riesgo.
El agua que está ahí (en los acuíferos sobreexplotados, como el del Valle de Tecamachalco) sirve de soporte. Pero, si lo dejas hueco, prácticamente la salinidad la va absorbiendo y tiene mucho mayor peligro. Definitivamente hay que ponerle más énfasis a los acuíferos que están sobreexplotados, por el riesgo y la escasa disponibilidad de agua
apuntó el investigador.
El maestro Chavarría Hernández consideró que es inminente la formación de más socavones en el estado, inclusive de mayor longitud y profundidad a los registrados hasta el momento.
Sin embargo, expuso que lo importante ahora es realizar un análisis estructural sobre las condiciones del suelo, pues prácticamente se desconoce con claridad cuál es el estado del subsuelo, o bien cuáles son las zonas de mayor riesgo de fractura.
Aseguró que este tipo de revisiones son costosas y toman mucho tiempo, pero son la mejor alternativa para anticipar riesgos y proteger a la población. Un ejemplo de la aplicación de dichos estudios es Japón, donde, a pesar de no tener hundimientos con frecuencia, decidieron estudiar las condiciones del suelo para prevenir afectaciones ante los recurrentes sismos.