Beber agua de los manantiales de la volcana Iztaccíhuatl y el volcán Popocatépetl es un lujo que puede probarse en Calpan y que sus pobladores tienen el privilegio de consumir todos los días.
En la cabecera de este municipio, donde hay 9 mil 031 habitantes, son pocas las familias que adquieren un garrafón a una empresa comercializadora o que ocupan el suministro de la red hidráulica para cubrir esta necesidad.
La mayoría prefiere el agua que circula en la zona baja de la barranca Actiopan, la cual custodia los nacimientos de los volcanes y resalta en la geografía de Calpan por su vasta vegetación.
En este sitio hay tres fuentes de abasto interminables, es decir de día y noche el recurso brota y luego corre por un arroyo que cruza el territorio de Calpan. Pero antes de que inicie su curso, hay personas dedicadas a recolectar, trasladar y distribuirlo entre los lugareños.
Es un grupo de 20 pobladores, entre ellos tres mujeres, el que diariamente baja hasta el fondo de la barranca, apoyado de caballos y asnos para envasar el agua que llevan a sus viviendas y a otras más, donde sus moradores a cambio de unas monedas reciben el contenido de uno o más galones.
En las calles se les conocen como los “aguadores”, porque en carretas, bicicletas, en sus animales o a pie reparten este “obsequio de los volcanes”, como le llaman.
El agua que no es captada antes de desembocar en el río Metlapanapa, localizado en la jurisdicción vecina de Juan Crisóstomo Bonilla, contribuye a otros aprovechamientos a favor de la población, como alimentar una poza destinada al disfrute colectivo, apoyar el funcionamiento de los lavaderos comunitarios y las actividades agrarias.
Otra voz que platicó de los manantiales de estos volcanes que embellecen el territorio de Calpan y de la Sierra Nevada, fue la de don Antonio Ramos Benito, de 52 de años de edad, quien externó que hace más de dos décadas comenzó a recolectarse el agua de la barranca Actiopan.
“Antes íbamos a traerla en el pozo que surte al pueblo. Ahí también baja un río, pero lo entubaron y el agua comenzó a salir con basura y entonces el señor Tepox, quien fue el pionero de bajar a la barranca, comenzó a dotar de agua al pueblo y de ahí ahora somos más de 15 los que hacemos esto”, asentó.
Esta agua no tiene cloro ni filtros, es completamente pura y cristalina, porque no trae conservadores como los garrafones de las empresas y por eso la gente la solicita y paga por un galón, agregó.
Reconoció que su caballo Spirit y otro macho sin nombre lo ayudan en este oficio y por fortuna ninguno de sus animales se ha lastimado o fallecido por caerse en la subida.
“Solo en una ocasión me resbalé en la vereda porque había llovido y había lodo, y pues el caballo también se cayó, pero son gajes del oficio”, expresó.
Sobre el tema, autoridades municipales de Calpan señalan que la población cuenta con el servicio de agua potable, pero es una tradición que muchas familias aprovechen los manantiales de los volcanes, que son del pueblo.