El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró este lunes que su país “necesita Groenlandia por razones de seguridad nacional”, una vez más situando al territorio autónomo danés en el centro de un debate geopolítico entre aliados y adversarios.
Durante una conferencia de prensa en su residencia de Mar-a-Lago, Florida, Trump insistió en que la isla ártica es estratégica para la protección del país y de sus aliados debido a la presencia de naves rusas y chinas en la región, aunque negó que la motivación principal sean los recursos naturales.
El mandatario también aprovechó sus declaraciones para criticar a Dinamarca, que administra Groenlandia, señalando que el país europeo “no invierte nada” en la defensa del territorio y carece de ejército, según sus palabras a la prensa.
En este contexto, Trump designó el domingo al gobernador de Luisiana, Jeff Landry, como enviado especial de Estados Unidos para Groenlandia, con el objetivo declarado de “liderar la iniciativa” de reforzar los intereses estadounidenses en la isla.
Reacciones diplomáticas
La designación y las declaraciones de Trump provocaron rechazo tanto en Copenhague como en Nuuk. Las autoridades danesas y groenlandesas reiteraron que Groenlandia no está a la venta, exigieron respeto por la soberanía del territorio y defendieron que cualquier decisión sobre su futuro corresponde únicamente a sus habitantes.
Dinamarca llegó incluso a convocar al embajador estadounidense en protesta por lo que calificó de acciones “inaceptables” que socavan la integridad territorial de su reino.
Groenlandia, con una posición clave en el Ártico y fronteriza con rutas marítimas entre Europa y Norteamérica, ha ganado importancia estratégica en la competencia con potencias como Rusia y China. Aunque ya existe una presencia militar estadounidense en la base de Pituffik bajo un acuerdo anterior, la insistencia de Trump en ampliar el control sobre la isla ha tensado las relaciones con aliados históricos.
Hasta ahora, la mayoría de la población groenlandesa se declara contrario a integrarse a Estados Unidos, y líderes locales han subrayado que el camino hacia el futuro de la isla debe estar definido por los propios groenlandeses.
