La noche avanzaba con normalidad en el jaripeo de la junta auxiliar de San Diego Acapulco, ubicada a unos 20 minutos de la cabecera local, cuando un grito rompió el ambiente festivo. “Es su señor padre… es su señor padre…”, advirtió con tono urgente el locutor del evento captando de inmediato la atención de los asistentes.
Segundos antes un jinete joven había caído del lomo de un toro de más de 400 kilos quedando vulnerable en medio del ruedo. El público apenas alcanzaba a reaccionar cuando un hombre, su padre, saltó las vigas y corrió hacia el centro de la arena para intentar salvarlo. El locutor narraba en tiempo real el momento que tensó a todo el público.
Con una mezcla de desesperación y valentía el padre logró cargar a su hijo y arrastrarlo algunos metros en un intento por alejarlo del animal enfurecido. Los asistentes contenían la respiración mientras ambos parecían ganar algo de ventaja.
Sin embargo, cuando la escena parecía bajo control el toro volvió sobre ellos: embistió al padre, lo levantó del suelo y lo arrojó varios metros adelante provocando gritos generalizados entre el público. “Servicios médicos… servicios médicos”, pidió de nuevo el locutor intentando mantener la calma pero evidenciando la gravedad del accidente.
Pese al violento impacto ambos, padre e hijo, resultaron con vida y fueron puestos a resguardo. Aunque sacudidos y desorientados por la experiencia lograron ser atendidos de inmediato. El respetable, todavía conmocionado, reconoció el acto del padre, quien arriesgó su integridad para intervenir en una situación en la que cada segundo era decisivo.
El jaripeo es una de las tradiciones más arraigadas en comunidades rurales de Puebla, especialmente en fiestas patronales y celebraciones comunitarias. En municipios como Atlixco, Huaquechula, Izúcar de Matamoros y Tilapa, estos espectáculos convocan a cientos de asistentes.