Un nuevo brote de chikungunya ha encendido las alertas sanitarias en China, particularmente en la ciudad de Foshan, al sur del país, donde más de 7 mil personas han sido infectadas desde julio. La magnitud del brote ha llevado al gobierno chino a implementar medidas similares a las aplicadas durante la pandemia de Covid-19, lo que ha generado preocupación tanto a nivel nacional como internacional.
Durante las primeras semanas del brote, los casos se contaban por miles, pero el número ha escalado rápidamente hasta superar los 7 mil contagios a mediados de agosto. Esta situación ha sido calificada como uno de los brotes más importantes desde la llegada del virus al país en 2008.
Cuarentenas, hospitales especiales y desinfección
Entre las acciones implementadas por las autoridades destacan la instalación de camas aisladas en hospitales temporales, la cuarentena obligatoria para pacientes infectados, y la aplicación de pruebas masivas en la ciudad.
El gobierno también ha reforzado la desinfección de calles, el uso de mosquiteros en edificios, y ha prohibido el almacenamiento de agua estancada, imponiendo multas a quienes no cumplan con estas disposiciones. Las imágenes de brigadas sanitarias fumigando entradas de casas y oficinas se han difundido ampliamente en redes sociales, evocando los operativos realizados durante la crisis por Covid-19.
¿Qué es el chikungunya?
El virus chikungunya es una enfermedad viral transmitida por mosquitos del género Aedes, los mismos que propagan el dengue y el zika. Sus síntomas más comunes son fiebre alta, dolor articular intenso, erupciones en la piel y fatiga. Aunque rara vez resulta mortal, puede ser altamente incapacitante.
Actualmente, no existe un tratamiento específico ni una vacuna contra esta enfermedad. La prevención se basa en evitar las picaduras y eliminar los criaderos de mosquitos, especialmente en temporada de lluvias.