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Huamantlecos se unen para comprar los dulces a una vendedora de 90 años

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A sus 90 años, la señora Rosita instala diariamente una mesa a unas calles del Centro Histórico de Huamantla para vender dulces; con el paso de los años, esta abuelita se ha ganado el cariño y respeto de los vecinos.

La noticia de que seguía trabajando a esa edad para ganarse la vida con su venta de dulces inspiró una campaña solidaria que rápidamente se volvió viral en redes sociales. El resultado fue impresionante: en pocas horas se recaudaron más de 10 mil pesos en la compra masiva de dulces.
La señora Rosita lleva décadas vendiendo dulces. Su presencia se volvió tan familiar para los habitantes del pueblo mágico que muchos se detenían a comprarle por costumbre. Pero al descubrir que seguía trabajando pese a su avanzada edad, alguien decidió contar su historia en redes sociales. En pocas horas, la publicación generó miles de reacciones, compartidos y comentarios que llamaban a la comunidad a unirse en una dinámica de apoyo.

La convocatoria fue a organizar una “compra masiva” para que Rosita pudiera tomarse unos días de descanso y de paso recordarle que no está sola. A través de grupos comunitarios en Facebook se fijó la fecha para la reunión.

El pasado sábado desde temprano la calle donde suele colocarse Rosita se llenó de personas. Familias, jóvenes y adultos hicieron fila para comprar dulces y contribuir a la solidaria acción. La escena fue conmovedora, pues entre abrazos y palabras de agradecimiento, Rosita recibió cada moneda con sorpresa y emoción.

Al final del día, la recaudación superó los 10 mil pesos. No obstante, lo más valioso fue el mensaje que la comunidad dejó claro: cuidar a los nuestros es responsabilidad de todos.
Hoy nos toca devolverle un poquito de lo que ella nos inspira.


Doña Rosita agradeció a cada persona que se acercó y, a través de un video en Facebook dijo que “No esperaba tanto. Dios los bendiga a todos”.

Esta acción, que se ha hecho cada vez más viral a través de redes sociales en distintas partes del mundo, ha dejado una huella entre las personas que participaron. Más allá del gesto económico, el movimiento ha inspirado a muchos a replantearse el modo en que apoyan a los miembros más vulnerables de la comunidad.

Mientras Rosita guarda los recuerdos de ese día, sigue vendiendo sus dulces, pero ahora con la certeza de que no está sola.

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