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Proyecto minero en la Sierra Norte de Puebla que amenaza el agua de los pobladores.

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El proyecto para extraer oro y plata en Ixtacamaxtitlán, en la Sierra Norte de Puebla, por parte de la minera Gorrión, filial de la firma canadiense Almaden Minerals, se encuentra detenido tras un amparo que concedió la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a habitantes de la comunidad de Tecoltemic, ubicada a ocho kilómetros de la zona donde se pretende realizar la exploración mineral.
La zona en disputa forma parte del territorio que protege la Unión de Ejidos y Comunidades en Defensa de la Tierra, el Agua y la Vida Atcolhua, cuyos integrantes reconocen que el amparo es uno de los pasos en la batalla para no permitir el avance de la minera, por lo que continuarán en la defensa.
En 2015, habitantes del ejido de Tecoltemic presentaron un amparo contra los artículos de la Ley Minera y el otorgamiento, en 2003 y 2009, de dos concesiones a Minera Gorrión. Con la decisión del máximo tribunal ahora debe esperar a que se realice una consulta sobre el desarrollo del proyecto minero que abarca más de 14 mil hectáreas.
Ixtacamaxtitlán es uno de los municipios más grandes en la Sierra Norte, que en náhuatl significa “lugar de camaxtle blanco”. La zona se caracteriza por un relieve montañoso, una extensa superficie de vegetación labrada por el río Apulco. Una economía basada en el comercio, cría de animales y al cultivo de maíz, frijol, haba, alberjón y cebada, en parte para el autoconsumo. La riqueza del subsuelo contrasta con la situación de las comunidades donde 74.7 por ciento de los habitantes en Ixtacamaxtitlán vive en condiciones de pobreza, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Parte de la historia del municipio está acompañada por la actividad minera, refiere Vicente Martínez, habitante de la comunidad de Santa María Sotoltepec, perteneciente a Ixtacamaxtitlán. Durante un recorrido que MILENIO Puebla realizó a esa parte del estado, el poblador contó que de los cerros que enmarcan al municipio “a pico y pala nuestros abuelos extraían caolín”, un mineral que se utiliza para la elaboración de losetas. En 2001, la minera comenzó a realizar una labor de exploración y años después, confirmó la mineralización de la zona en un estudio de evaluación económica con recuperaciones metalúrgicas de oro y plata de hasta un 90 por ciento. En los últimos 20 años, la empresa suma inversiones por 40 millones de dólares en trabajos de prospección y exploración a la espera de comenzar a extraer los minerales.

El activista aseguró que, con base a documentos que obtuvieron como el Manifiesto de Impacto Ambiental, la mina contempla una etapa de exploración y vida útil de once años, con la posibilidad de extender el tiempo en caso de que se encuentren más recursos. Este proceso, agrega el activista, implicará el uso diario de millones de litros de agua en una zona donde las precipitaciones son bajas. “El cerro Uno es donde se piensa construir un tajo de dos kilómetros de largo por 400 metros de profundidad. A los costados dos tepetateras. Serán 380 millones de roca trituradas durante 14 años que implican seis millones de litros de agua diarios en los primeros cinco años y once millones de litros de agua diarios del año cinco al catorce, en una zona donde la precipitación es de 600 milímetros. Conforme al mapa del manifiesto se ve cómo la zona donde pretenden tener el área de máquinas dará al río Apulco”, comentó. “Nuestra oposición al proyecto minero está documentada, lo tenemos estudiado, llevamos años en esto y eso nos permite tener un cierto grado de precisión respecto al proyecto”, agregó. En 2019, Minera Gorrión ingresó la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) a la Semarnat, que incluye programas para protección de fauna y flora local, de recursos hídricos y suelo, un año después, el resolutivo fue negativo y en 2021 anunció que ingresará un nuevo manifiesto. Para Alejandro Marreros, el proyecto minero representa una amenaza para la vida de las comunidades que abarcan las concesiones mineras. “De las amenazas que hemos visto es el agua. Si la minera Ixtaca piensa usar once millones de litro de agua diarios, es una amenaza para todas estas comunidades porque el cerro Mikisxochio (ubicado en la zona de concesiones) recarga los manantiales de toda la zona”, señaló.

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